El ancestro común de primates y carnívoros tenía
báculo, una estructura ósea situada en el pene. Muchos de sus descendientes lo
han conservado: podría ofrecer ventajas reproductivas y ayudar a los machos a
perpetuar sus genes. La especie humana, sin embargo, lo ha perdido. ¿Es que no
hace falta?
Una buena parte de los mamíferos tiene un hueso en el
pene denominado báculo (del latín 'baculum', que significa bastón o palo). En
los diminutos titíes, este apéndice óseo no supera los dos milímetros de
longitud, mientras que el de una morsa sobrepasa fácilmente el medio metro.
Algunas tribus nativas de Siberia tallaban y decoraban estas piezas para
usarlas como símbolos religiosos, aunque han dejado la práctica en el pasado:
ahora solo las venden como 'souvenir' a los turistas.
Los hombres (siberianos o no) no tienen báculo: sus
ancestros lo perdieron hace miles de años debido a la evolución natural. Pero
alguna ventaja tendrá cargar con uno si otras muchas
especies lo conservan.
Así las cosas, ¿por qué los homínidos se quedaron sin él mientras que la
mayoría de primates lo mantienen?
Según explican los autores de un reciente estudio,
publicado en 'Proceedings
of the Royal Society B',
el apéndice óseo apareció por vez primera hace entre 145 y 95 millones de años,
antes de que llegara el último ancestro común de primates y carnívoros, que aún
tenía. Como aclaran estos antropólogos del University College de Londres,
cualquier especie descendiente de este organismo que careciera de báculo, como
el 'Homo Sapiens', debe haberlo perdido en el curso de la evolución.
Sin embargo, no se trata de un atributo inútil.
Existen diferentes hipótesis que se plantean los posibles motivos por los que
un animal necesita tener un hueso en el pene. Por ejemplo, en especies como los
gatos, el báculo actuaría estimulando la ovulación femenina, pues las hembras
solo liberan óvulos durante la cópula. Otra teoría, la denominada de la fricción
vaginal, señala que esta
estructura ósea serviría al macho para adaptarse al órgano sexual femenino
durante la cópula, evitando dañar los genitales de su compañera.
Una tercera explicación sugiere que un pene huesudo
permitiría prolongar la penetración: permanecer más tiempo dentro de la hembra
es una estrategia ampliamente extendida en la naturaleza según la cual los
machos evitan así que ella se aleje y copule con otro antes de que el esperma
del primer afortunado haya fertilizado un óvulo con éxito. Es una forma de asegurar
que dejan descendencia y de perpetuar así sus genes.
La longitud del báculo varía entre especies. |
Didier Discouens/Wikimedia
¿Por los tiempos breves o por la menor competencia?
En su investigación, los expertos del College London
han analizado también las posibles ventajas que el báculo aporta a sus dueños.
Han descubierto que durante toda la evolución de los primates, tener el
apéndice óseo ha estado relacionado con intromisiones masculinas más duraderas
(unos tres minutos de máximo). Además, los machos de especies con mejores
tiempos poseían un báculo más largo que los de aquellas con cópulas más breves.
Otro de sus hallazgos tiene que ver con la rivalidad
masculina para reproducirse: los machos de las especies con una alta
competencia sexual -es decir, que deben esforzarse más para conseguir y
conservar una compañera- tenían un hueso del pene de mayor longitud.
En vista de los beneficios, cabe plantearse de nuevo
la pregunta: ¿qué pasa con el hombre? ¿No le hace falta ninguna de las ventajas
que proporciona el báculo? Como explica
Matilda Brindle, coautora de la
investigación, la especie humana no se caracteriza por tener un periodo de
penetración especialmente prolongado (un antiguo estudio sugiere que, de media, no supera los dos
minutos). Eso sí, tampoco es un requisito fundamental para conservar el hueso,
pues la cópula de los bonobos dura unos 15 segundos, con báculo y todo.
Una segunda causa probable que también explicaría la
ausencia del apéndice óseo en los humanos es su estrategia reproductora. Los
varones de nuestra especie pueden disfrutar (generalmente) de una competencia
sexual muy leve, en parte porque las mujeres suelen reproducirse con un hombre
cada vez y en parte porque la monogamia es una tendencia generalizada.
Aunque cada vez se conoce más sobre su historia
evolutiva, los expertos sólo han logrado arrojar un poco de luz sobre las
razones que justifican tanto la existencia como la ausencia del báculo. La especie humana ha desarrollado su
inteligencia. Como suele decirse, no se puede tener todo.
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